EXODO DE ISRRAEL



El Éxodo


"Partida de los israelitas", por David Roberts, 1829.
El éxodo (griego :ἔξοδος, éxodos "salida", hebreo:, ציאת מצרים , Yetsi'at Mitzrayim , hebreo:jəsʕijaθ misʕɾajim Y'ṣiʾath Miṣrayim "[la] salida [de] Egipto") es la historia de la salida de los israelitas del antiguo Egipto descrita en la Biblia hebrea.
En forma estricta, el término hace referencia únicamente a la salida de Egipto descrita en el Libro del éxodo; en forma más amplia, también incluye la recepción de las leyes y los viajes por tierra entre Egipto y Canaán descritos en los libros delLevíticoNúmeros y el Deuteronomio.


El Libro del éxodo relata cómo Moisés guía a los israelitas en su salida de Egipto y a través de las tierras salvajes del Monte Sinaí, donde Dios se presenta y establece una alianza: ellos deben guardar su torah (ley, instrucción), y a cambio él será su Dios y les dará la tierra de Canaán. El Levítico es un registro de las leyes de Dios. En Números se cuenta cómo los israelitas, guiados ahora por su Dios, viajan a través del Sinai hacia Canaán, pero cuando los espías les informan que las tierras están infestadas con gigantes ellos se niegan a continuar. Dios entonces los condena a permanecer en el desierto hasta que la generación que dejó Egipto haya fallecido. Luego de treinta y ocho años en el oasis de Kadesh Barnea la nueva generación viaja hacia las fronteras de Canaán. El Deuteronomio cuenta cómo ante la vista de la Tierra Prometida, Moisés rememora sus viajes y les da nuevas leyes. Su fallecimiento (el último evento relatado del Torah) concluye los 40 años del éxodo de Egipto.


¿Reconocemos el medio que Dios usa para guiarnos?
NI LOS israelitas ni los egipcios habían visto nunca nada semejante. Cuando el pueblo de Dios abandonó Egipto, comenzó a acompañarlos una columna de nube que por la noche se volvía de fuego. ¡Qué impresionante! Pero ¿de dónde salió? ¿Qué finalidad tenía? Y hoy, tres mil quinientos años más tarde, ¿qué aprendemos de la manera en que Israel veía “la columna de fuego y nube”? (Éxo. 14:24.)
La Biblia revela el origen y el propósito de este milagro: “Jehová iba delante de ellos durante el día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y durante la noche en una columna de fuego para darles luz, para ir de día y de noche” (Éxo. 13:21, 22). Como vemos, desde que los israelitas salieron de Egipto, la columna fue el medio que Dios usó para guiarlos por el desierto. Siempre tenían que estar listos para seguirla tan pronto se movía. Jehová también la utilizó para protegerlos colocándola entre ellos y el ejército del faraón cuando este se preparaba para atacarlos (Éxo. 14:19, 20). Aunque la columna no les indicó el camino más corto, la única forma que tenían de llegar a la Tierra Prometida era dejándose dirigir por ella.
La columna era una garantía de que Dios estaba con los israelitas. Representaba a Jehová, quien a veces les hablaba desde ella (Núm. 14:14; Sal. 99:7). Además, fue el medio que identificó a Moisés como el caudillo elegido por Jehová (Éxo. 33:9). De igual modo, sirvió para confirmar el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, tal como indica el último pasaje donde se la menciona (Deu. 31:14, 15). Ciertamente, el éxito de los israelitas durante el éxodo dependía de que reconocieran el medio visible que Dios estaba usando para dirigirlos y siguieran su guía.


Éxodo 14Dios Habla Hoy (DHH)

Los israelitas cruzan el Mar Rojo

14 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
«Di a los israelitas que regresen y acampen frente a Pi-hahirot, entre Migdol y el mar, frente a Baal-sefón. Que pongan sus campamentos enfrente de este lugar, junto al mar. Así el faraón pensará: “Los israelitas no saben a dónde ir. Andan perdidos en el desierto.” Pero yo voy a hacer que el faraón se ponga terco y los persiga; entonces mostraré mi poder en él y en todo su ejército, y los egipcios sabrán que yo soy el Señor.»
Los israelitas lo hicieron así. Mientras tanto, el rey de Egipto recibió aviso de que los israelitas se habían escapado. Entonces el rey y sus funcionarios cambiaron de parecer en cuanto a ellos, y se dijeron: «¿Pero cómo pudimos permitir que los israelitas se fueran y dejaran de trabajar para nosotros?»
En seguida el faraón ordenó que prepararan su carro de combate, y se llevó a su ejército. Tomó seiscientos de los mejores carros, además de todos los carros de Egipto, que llevaban cada uno un oficial. El Señor hizo que el faraón se pusiera terco y persiguiera a los israelitas, aun cuando ellos habían salido ya con gran poder.
Los egipcios con todo su ejército, con carros y caballería, salieron a perseguir a los israelitas, y los alcanzaron a la orilla del mar, junto a Pi-hahirot y frente a Baal-sefón, donde estaban acampados. 10 Cuando los israelitas se dieron cuenta de que el faraón y los egipcios se acercaban, tuvieron mucho miedo y pidieron ayuda al Señor. 11 Y a Moisés le dijeron:
—¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para hacernos morir en el desierto? ¿Por qué nos has hecho esto? ¿Por qué nos sacaste de Egipto? 12 Esto es precisamente lo que te decíamos en Egipto: “Déjanos trabajar para los egipcios. ¡Más nos vale ser esclavos de ellos que morir en el desierto!”
13 Pero Moisés les contestó:
—No tengan miedo. Manténganse firmes y fíjense en lo que el Señor va a hacer hoy para salvarlos, porque nunca más volverán a ver a los egipcios que hoy ven. 14 Ustedes no se preocupen, que el Señor va a pelear por ustedes.
15 Entonces el Señor le dijo a Moisés:
—¿Por qué me pides ayuda? ¡Ordena a los israelitas que sigan adelante!16 Y tú, levanta tu bastón, extiende tu brazo y parte el mar en dos, para que los israelitas lo crucen en seco. 17 Yo voy a hacer que los egipcios se pongan tercos y los persigan; entonces mostraré mi poder en el faraón y en todo su ejército, y en sus carros y caballería. 18 Cuando haya mostrado mi poder en el faraón, y en sus carros y caballería, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.
19 En ese momento el ángel de Dios y la columna de nube, que marchaban al frente de los israelitas, cambiaron de lugar y se pusieron detrás de ellos. 20 Así la columna de nube quedó entre el ejército egipcio y los israelitas; para los egipcios era una nube oscura, pero a los israelitas los alumbraba. Por eso los egipcios no pudieron alcanzar a los israelitas en toda la noche.
21 Moisés extendió su brazo sobre el mar, y el Señor envió un fuerte viento del este que sopló durante toda la noche y partió el mar en dos. Así el Señor convirtió el mar en tierra seca, 22 y por tierra seca lo cruzaron los israelitas, entre dos murallas de agua, una a la derecha y otra a la izquierda.
23 Toda la caballería y los carros del faraón entraron detrás de ellos, y los persiguieron hasta la mitad del mar; 24 pero a la madrugada el Señor miró de tal manera al ejército de los egipcios, desde la columna de fuego y de nube, que provocó un gran desorden entre ellos; 25 descompuso además las ruedas de sus carros, de modo que apenas podían avanzar. Entonces los egipcios dijeron:
—Huyamos de los israelitas, pues el Señor pelea a favor de ellos y contra nosotros.
26 Pero el Señor le dijo a Moisés:
—Extiende tu brazo sobre el mar, para que el agua regrese y caiga sobre los egipcios, y sobre sus carros y caballería.
27 Moisés extendió su brazo sobre el mar y, al amanecer, el agua volvió a su cauce normal. Cuando los egipcios trataron de huir, se toparon con el mar, y así el Señor los hundió en él. 28 Al volver el agua a su cauce normal, cubrió los carros y la caballería, y todo el ejército que había entrado en el mar para perseguir a los israelitas. Ni un solo soldado del faraón quedó vivo. 29 Sin embargo, los israelitas cruzaron el mar por tierra seca, entre dos murallas de agua, una a la derecha y otra a la izquierda.
30 En aquel día el Señor salvó a los israelitas del poder de los egipcios, y los israelitas vieron los cadáveres de los egipcios a la orilla del mar. 31 Al ver los israelitas el gran poder que el Señor había desplegado contra Egipto, mostraron reverencia ante el Señor y tuvieron confianza en él y en su siervo Moisés.


Interpretación de las fronteras de la Tierra Prometida, basada en la promesa de Yahvé aAbraham en Génesis 15.
La Tierra Prometida (hebreoהארץ המובטחתtr.:ha-Aretz ha-Muvtajat) es uno de los nombres para la Tierra de Israel, es decir, la región que según la Biblia hebrea le fue prometida por Yahvé a Abraham y sus descendientes. La Tierra Prometida se describe como la porción situada entre la costa de Egipto hasta la orilla del Éufrates.1 La promesa fue hecha en primer lugar a Abraham,2 renovada luego a su hijo, Isaac, y al hijo de éste, Jacob, nieto de Abraham:
Yahveh estaba en lo alto [...] y dijo: « Yo soy Yahveh el dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. » —Génesis 28:13.3
« Volveos e id al monte del amorreo y a todas sus comarcas, en el Arabá, en el monte, en los valles, en el Neguev y junto a la costa del mar, a la tierra del cananeo y al Líbano, hasta el gran río, el río Éufrates. » —Deuteronomio 1:7.4
Según los textos del Tanaj, el pueblo de Israel es elegido por Dios para la revelación de principios fundamentales y los Diez Mandamientos contenidos en la Torá. Es con el primer patriarca del pueblo hebreo que Dios establece su Alianza o Pacto, también conocido como Convenio Abrahámico:

« Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra ». —Génesis 12:1-3.5
Yavé dijo a Moisés: « Márchate de ese lugar tú y tu pueblo que saqué de Egipto; sube a la tierra que yo prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob cuando les dije: Se la daré a tu descendencia. Enviaré delante de ti un ángel para que eche del país al cananeo, al amorreo, al heteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo. ». —Éxodo 33:1-3.6


Aquel día hizo Yavé un pacto con Abram, diciendo: « —A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el Éufrates: la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos. ». —Génesis 15:18-21.7


Los doce patriarcas de israel[editar]

En los albores del pueblo judío, la organización de una familia (no olvidemos que el pueblo judío surgió de una familia) tenía en la cúspide al patriarca de familia, quien era líder y señor de todo el patrimonio, además era quien tomaba las decisiones más importantes.
El primer patriarca hebreo fue Abraham, quien por mandato de Dios salió de su parentela para la tierra que Dios le mostraría, y como promesa, haría de él una gran nación, cuya esposa fue Sara y de la cual nació Isaac, el segundo patriarca, a su vez, Isaac tuvo dos hijos, Jacob y EsaúJacob fue el elegido de Dios para cumplir la promesa que le había hecho a Abraham, quien quitando la progenitura a su hermano, huyó a la tierra de su madre Rebeca, donde conoció a las que serían sus dos esposas, Lea, y Raquel, hijas de su tío Labán, quien además dio con sus hijas a sus siervas Zilpa y Bilha, como criadas de Lea y Raquel, respectivamente.
Jacob (quien, al luchar con Dios, este le puso de nombre Israel, que significa "Él lucha con Dios") tuvo con su mujer Lea a los siguientes hijos: el primero fue Rubén, que significa "Ved, un hijo", el segundo fue Simeón (heb. shama, esto es oír). El tercer hijo fue Leví (heb. lawah, que significa "unión"). El cuarto hijo de lia fue Judá (heb. hodah, "alabar"), y dejó de dar a luz.
Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Israel: Dame hijos, o si no, me muero. Por lo que dio a su sierva Bilha a Jacob por mujer, y quien concibió a: Dan ("El (Dios), juzgó), Neftalí (heb. niftal, "contendido").
Viendo Lia que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa, su sierva y la dio a Israel por mujer, de la cual nacieron: Gad ("fortuna"), Aser ("feliz").
De nuevo, Lia volvió a dar hijos a Jacob, quien durmió con ella porque le dio a su hermana Raquel unas mandrágoras, que había tomado su hijo Rubén. Así, pues, dio a luz Lia a Isacar, (heb. sakar, "recompensa"), a Zabulón (heb. zabal, "morar"). Después dio a luz una hija y le puso por nombre Dina.
Finalmente, como dicen las Escrituras, Dios se acordó de Raquel, y dio a luz dos hijos: a José (esto es, "Él añade") y a Benoni ("hijo de mi tristeza, pues al nacer, murió Raquel), a quien Jacob cambió el nombre a Benjamín ("Hijo de mi mano derecha).

El Libro de los Jueces es un libro bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo, perteneciente al grupo de los Libros Históricos. En la Biblia se encuentra ubicado entre el Libro de Josué y el de Rut. El autor es desconocido; la tradición atribuye el libro a Samuel.
Presentan a los Jueces o Libertadores que salvaron al pueblo de la esclavización, después de liberarlos los gobernaron. En tiempos de los Jueces, Israel está completamente desorganizada, sus instituciones están aún sin definir y numerosas potencias la amenazan.
Como esta intervención está librada solamente al arbitrio de la Divinidad, los jueces aparecen y desaparecen a intervalos irregulares de la historia hebrea.
Ningún juez llegó a ser jefe supremo porque su función no es lograr la unidad sino solventar un problema puntual: la unificación definitiva habrá de esperar a los Reyes.
El contexto histórico en el que se desarrolla este libro abarca el tiempo desde la muerte de Josué hasta la monarquía, durante el cual el pueblo de Israel vive en Canaán.
Todo el libro intenta ser una demostración teológica de que la infidelidad a Dios ha sido la causa de todos los males de Israel. Pero Él es misericordioso, y compensa con la llegada de los jueces la impiedad del pueblo. Cuando el hebreo peca y por lo tanto cae esclavo, Dios le envía un libertador. Pero tiempo después ese hebreo caía nuevamente en las malas acciones, con lo que se repetía el ciclo y se hacía necesario otro caudillo libertador. Yahvé no reniega del Pacto con Su pueblo ni le vuelve la espalda jamás. Dios es fiel.

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